sábado, 31 de diciembre de 2016

Guerra de la Independencia Española (1808-1814)

A principios del siglo XIX España estaba controlada por el gran imperio Napoleónico francés, siendo José I el rey en España tras la abdicación de Carlos IV y Fernando VII, aprovechando Napoleón la revuelta popular con el Motín de Aranjuez. Fernando VII ha sido uno de los peores reyes españoles, aunque el pueblo estaba con él por el hecho del fuerte nacionalismo español y el deseo de expulsar a los franceses. Esta Guerra de la Independencia se dio entre españoles y franceses, tendiendo España a los británicos como aliados que hicieron un gran papel para que España retomara su corona en la península.

Todo empezó con el Tratado de Fontainebleau en 1807, donde España daba permiso a las tropas francesas para pasar por territorio español para conseguir conquistar Portugal, en la que tras una victoria, Portugal quedaría repartida en tres, una parte para Francia, otra
para España y la tercera para Godoy, que era el hombre que más mandaba en España. Pero entonces Napoleón empezó a repartir tropas de forma estratégica por España hasta conquistarla y hacerse con el poder. Los españoles se sintieron ofendidos y molestos con lo sucedido y se levantaron en revuelta popular (El Motín de Aranjuez) contra Carlos IV culpándolo de todo. Tras la revuelta consiguieron que Fernando VII fuera el nuevo rey de España. Napoleón aprovechó este caos reunió a Carlos IV y a Fernando VII en Bayona y les hice abdicar para hacerse con la corona, dejándosela a su hermano José Bonaparte y proclamándose este como rey de España.

Durante varios años estuvo la península controlada por los franceses, aunque los españoles con la ayuda de los británicos consiguieron ir ganando terreno, con una nueva estrategia, la Guerrilla. A todo esto, los españoles que aceptaban a José I crearon juntas provinciales para controlar el país, y con ello hicieron la Constitución española de 1812, también llamada "La Pepa".

Al final Napoleón no pudo mantener tantos frentes abierto y tuvo que cerrar la guerra con España con el Tratado de Valençay y firmar la paz y la independencia de España. Así pues, se consiguió el objtivo de la mayoría de los españoles, aunque realmente se habían equivocado de rival, ya que José I no hacía más que políticas liberales que ayudarían al país a tener una fuerte economía y sistema fiscal, sin embargo con la independencia, se volvió al antiguo régimen, se perdieron colonias y el pueblo quedó dolido y fragmentado.

viernes, 30 de diciembre de 2016

La gran Sevilla del XVI

¿Quién diría que la ciudad más beneficiada por la conquista de América fuera Sevilla? Tras la conquista de Las Américas por Cristóbal Colón en 1492, Sevilla se convirtió en la gran sede comercial y capital de entradas y salidas de mercancías y oro entre América y el imperio español, siendo elegida por las perfectas condiciones geográficas y estratégicas que tenía. Tal hecho conllevó a que la ciudad aumentara económica y demográficamente, pasando de una población de unos 15.000 habitantes a unos 120.000 habitantes a final del siglo XVI. El principal motivo fue la designación a la ciudad como único punto que uniría Europa con las Américas. por tanto se ejerció un fuerte monopolio del comercio y se establecieron instituciones para organizar y controlar dicha gestión fundándose la Casa de Contratación de las Indias, llamada hoy en día Archivo de Indias.

En este periodo hubieron grandes logros culturales, así como se acabó la construcción de La Catedral de Sevilla, siendo la catedral gótica más grande de Europa, También estaba la Torre del Oro que supuestamente era de defensa pero sirvió de control de mercancías. Se contó también con los Reales Alcáceres.

La grandiosidad de Sevilla en este tiempo hizo que la hija del emperador Carlos V se casara en esta ciudad y que reyes de reinos vecinos quedaran maravillados con la belleza de Sevilla. Y todo sucedió al convertirse Sevilla en la capital del comercio mundial, siendo la capital entre América y Europa, ese punto del mundo en el que todo lo que pasaba de un continente a otro debía pasar por allí, quedándose en la ciudad una quinta parte de todas las joyas y mercancías.